sábado, 10 de diciembre de 2011

Insomnio


Cefalea holocraneal, opresiva y que cede con reposo. Si consigo tenerlo. Despertares frecuentes y dificultad para conciliar el sueño. Es mi historia clínica actual. Y si sueño, es con pacientes. Coordinadores. Enfermeros. Con quienes dicen ser (también) médicos. Teléfonos que suenan. A deshora. Puntos de Atención  Continuada. Ambulancias de madrugada. Casas con brasero. Casas sin casa. Consultas con plantas. Sellos de sustituto. Fotos de hijos que no son tuyos.  Comida de sábado con desconocidos. Listas eternas. ¿ Hoy no está Don fulano? ¿Hoy no hay médico?.-Soy yo, señora, soy yo-. Ay-que-ver-qué-jovencita.  ¡Y mira cómo se apaña con la mano gacha!


 Costumbres de cada sitio. Malas costumbres. Compañeros y no compañeros. Avisos a domicilio que son tuyos por ser la nueva.  Bajas eternas. Tratamientos involuntarios. Cremas para la artrosis. Para darme unas  friegas. Tensiones e Hiperglucemias. A la virulé. Auscultar y Palpar. Aunque para muchos sea su primera vez. Camillas rotas. Y poco importa. Pañuelos que no aparecen a tiempo para unas lágrimas. Melenas. Al viento y sin filiar. Antibióticos para el dolor. A mí mi médico me lo da. Y le tengo mucha fé. Sospechas de potomanías. SOAP escritos. Para la eternidad. Para nadie más.


Sillones con ruedas. Altos y bajos. Impresoras que no funcionan. Nunca lo hicieron. Ni nunca lo harán. Administrativos que te ayudan. O que son corruptos. Talonarios de estupefacientes. Recetas rojas. Justificantes que justifican.


Kilometros de carretera. Depósitos de gasolina a precio de guardia. Lluvias. Nieblas. Amaneceres y anocheceres. Con el sol en la cara. Nubes y claros. Perros muertos. En la cuneta. Desvios. Radares. Madrugones a 90 kilómetros. Desayunos en ayunas. Cantares para despertares. CD de ida. CD de vuelta.  Controles de alcoholemia. ¿A donde sino iba a ir una joven a las 7 de una madrugada de un domingo? A Trabajar, señor policía. A destajo. Con contratos que empezaron siendo de tres meses. Que pasaron a ser de un mes. A quince días. Y pasados estos quince días, ni se sabe si habrá contrato. Y de haberlo será para que los “Señores Don”, “Médicos de Primera” (que no de Primaria) se cojan sus –osos. Canosos y Moscosos. Y disfruten de su familia y sus fiestas. El resto renunciamos a la condición de “ser humano” cuando firmamos el contrato. Menos mal que a los 15 días podremos recuperarlo. En el paro.


Siete meses de todo esto. De nada más. Puede incluso que de mucho más. Ni vacaciones. Ni familia. Ni descanso. Ni las gracias. Las gracias las tengo que dar yo. Encima.


Y esperan de mí que me duerma y no me despierte. Que no me duela la cabeza. Que no suspire más de la cuenta. Que sonría a mis pacientes. Que en realidad no son ni mios. Como si no pasara nada. Que no llore en mi casa. Que diga a todo que sí.  Que siga al 100% para seguir tapando huecos. Huecos producidos por el ambiente manido. De años de ser siempre lo(s) mismo(s). Sin derecho a vacaciones disfrutadas. Yo no las quiero pagadas. A medias tintas. Ambientes traslúcidos. Prioridades de otros. Nunca las tuyas. Consultas de saliente. Y dando gracias. 


Que me aguante con la boca tapada. Que si no luego entran moscas. Y no te contratan. O te mandan a la mierda ¡Será por mierda!

Despierta. Desorientada. Muy cansada. Y sin sueño. Para unsábado libre que tengo.